(A propósito de la obra artística de Yolanda Carrascosa)
“El único acto crítico es mi acto de ver”.
Claes Oldenburg.
Quien antes de entrar en este breve pórtico haya leído su frontispicio se habrá percatado –quizá- de que la palabra “mirada” (en realidad se trata de “miradas”) aparece algo así como comprimida entre esos otros vocablos aparentemente más serios –filosofía, fotografía- que son, justamente, los que sustentan los enfoques artísticos de nuestra autora: Yolanda Carrascosa. Pues ella es filósofa y fotógrafa (lo diré con mayor propiedad: tras estudiar filosofía se adentró, conspicua y hasta obcecadamente, por los especializados recursos técnicos del medio fotográfico, a fin de registrar sus “miradas” en esos soportes que posibilitan la aprehensión visual).
La trayectoria que antecede a esta exposición señala otros registros con los que ha podido avalarse la propuesta temática que ahora se ofrece a quien quiera ver: esa nueva codificación visual del tarot, sobre cuyos valores referenciales, culturales, simbólicos y plásticos tratan los especialistas que he tenido la fortuna de poder concitar con motivo de esta muestra artística.
Doy por sentado que la duda es la hormona del intelectual, al tiempo que comparto el sentir de Lippmann cuando pone sobre el tapete que “donde todos piensan igual nadie piensa mucho”. No harán falta más circunloquios para proponer a quien esto lea que la filosofía racionalista –a la que me adscribo- no puede dar todas las soluciones demandadas por “nuestra funesta manía de pensar” (Unamuno dixit). De ahí que surjan las legítimas –por haberse hecho “necesarias”- intentonas de acceso al conocimiento a través de otras vías. (No descubriré nada que no sea sabido por muchos: que tanto en el helenismo griego, como en el decadentismo decimonónico europeo, estuvieron en boga las inquietudes esotéricas, parapsicológicas, quirománticas y astrológicas –entre otras-, al igual que ocurre ahora, en la era del hiperindividualismo posmoderno). Sobre este asunto se podrían aducir más ejemplos, pero no es éste el caso nodal que nos ocupa, sino la artisticidad de Yolanda Carrascosa a la hora de abordar con un lenguaje plástico actual una temática milenaria que nos remonta, cuanto menos, hasta el imperio agrario de los sumerios. Y es que –en arte- el “cómo”, y –si se me apura- el “para qué”, son más importantes que el “qué”.
Freud sin duda recaló en la aseveración de Spinoza –“el deseo es la esencia del hombre”-. Deseo que –entre otras connotaciones- presupone búsqueda, insatisfacción, necesidad vital, investigación, apertura, incertidumbre, permanente cuestionamiento existencial…Yolanda Carrascosa demuestra con hechos (“no quiero conocer a nadie sino por sus obras”-otra vez Spinoza-) un posicionamiento personal que se sitúa en las antípodas de aquella chirriante sentencia –otra vez Unamuno- que abogaba por el “que inventen ellos”. Por el contrario, ha optado por la difícil –neurótica y liberadora a un tiempo- vía de la invención, recurriendo a la mixtura inherente a la hibridación infográfica, con el propósito –logrado- de crear realidades “otras”.
Con el imán de su habilidad tejedora de imágenes, la pergeñadora de esta serie de obras consigue aproximar parámetros tan distantes como tradición cultural y vanguardia artística. La obra resultante de esta alianza entre ingenio combinatorio y pericia técnica se ha servido del recurso de las imágenes digitales. Con ellas –a partir de ellas, mejor dicho- se catapulta el vuelo metafórico, las miradas múltiples que serán multiplicadas por quienes sean espectadores de estas polisémicas propuestas plásticas.
Habrá quienes fruirán del ingrediente lúdico –pues, haberlo, lo hay- de esta recreación del tarot (sobre todo si entran en el juego de la obtención azarosa del naipe que el destino les ha puesto en las manos). Y también otras miradas quedarán atrapadas en la seducción del misterio, columpiándose en la zozobra de la incógnita (a este tenor –si bien con otra idea en su punto de mira- decía Wolf Vostell que “son las cosas que aún no conocéis las que cambiarán vuestra vida”).
Juan Angel Blasco Carrascosa
Philosophy, view, photography
(On Yolanda Carrascosa’s artistic work)
“The only critical act is my act of viewing.”
Claes Oldenburg.
Those who have read the frontispiece before entering this small piazza will have noticed – perhaps – that the word “view” (in fact, “views”) appears somehow compressed between those other apparently more serious words – Philosophy and Photography – which are, exactly, the foundations for the artistic approach of Yolanda Carrascosa, since she is both a philosopher and a photographer. Let me explain: after studying philosophy she conspicuously and even obstinately deepened into the specialized technical resources of photography, in order to capture its “views” in those media that facilitate visual apprehension.
Her career before this exhibition reveals other registers that back up the thematic proposal presented now for anyone interested in viewing that new visual code of the tarot, whose reference, cultural, symbolic and plastic values are dealt by the specialists that I have had the good fortune to gather for this artistic exhibition.
I give for granted that doubt is the intellectual’s hormone, and at the same time I share Lippmann’s opinion when says that “Where all men think alike, no one thinks very much.” It will not be necessary more circumlocutions to propose you that rationalist philosophy – which I subscribe – cannot provide all the solutions to “our terrible obsession of thinking” (Unamuno dixit). Hence the origin of the legitimate attempts – as they have become “necessary” – to access knowledge through other ways. (I will not reveal anything not known by many: that in the Greek Hellenism, as well as in the ninetieth century European Decadence, esoteric, parapsychological, chiromantic and astrological concerns – among others – were in vogue, the same as it happens now, in the era of the postmodern hyperindividualism). Many more examples could be adduced on this issue, however this is not the topic we are dealing with here, but Yolanda Carrascosa’s art when approaching with a current plastic language a millennial theme that takes us, at least, to the agrarian empire of Sumerians. Because in art, the “how”, and even the “for what”, are more important than the “what.”
Freud certainly noticed Spinoza’s statement: “Desire is the essence of a man.” Desire that – among other connotations – conveys search, dissatisfaction, vital necessity, investigation, opening, uncertainty, permanent existential questioning, which Yolanda Carrascosa demonstrates with facts (“We can only judge of a man by his works” – again Spinoza) a personal positioning that is placed contrary to that irritating statement – again Unamuno – in favor of “Let others invent.” On the contrary, she has chosen the difficult way – neurotic and liberating at the same time – of invention, appealing to the inherent mixture of the computer graphics hybridization, with the purpose – indeed achieved – of creating “other” realities.
With the attraction of her image-weaving skills, this sketchy series of works manages to approach distant parameters such as cultural tradition and artistic vanguard. The resulting work of this alliance between combinatory genius and technical skills has based on the resource of digital images. With them – from them, rather – the metaphoric flight is catapulted, the multiple views that will be multiplied by those spectators of these polysemic plastic proposals.
Some will be delighted by the entertaining ingredient – because there is definitely one – in this recreation of the tarot (especially if they play the chancy game of obtaining the card that Destiny has put them in their hands). And other views will also get caught in the seduction of mystery, swinging in the anxiety of the unknown (to this respect – although with another idea in mind – Wolf Vostell said that “things that you do not know yet will change your life”).
Juan Angel Blasco Carrascosa