Las primeras fotografías que expuso Yolanda Carrascosa se inscribían en un registro documental. Se trata de fotografías en blanco y negro que abordaban aspectos poco alegres de la vida real, aspectos que normalmente prefieren obviarse, historias personales de naturaleza incómoda para la narración. Sin embargo, la mirada fotográfica de Yolanda Carrascosa lograba transmitir la tragedia que estaba retratando de manera sencilla y serena, sin excesiva crudeza ni recursos morbosos. De esta forma conseguía un equilibrio muy eficiente entre el drama en las miradas de sus sujetos y el sentido distanciado y objetivo de su trabajo como fotógrafa, alimentado, se intuye, por un interés filantrópico de concienciación social. Eso sí, el reto que asumía la autora era el de enfrentarse a un problema.
El interés por lo humano, en todos sus sentidos, en toda su dimensión real, desde los aspectos más despreciables hasta los valores ideales, proviene de sus años de estudio de filosofía. Lo cierto es que su interés por la filosofía como disciplina que asume y ordena otras ramas del conocimiento humano parece encontrarse detrás del desarrollo de toda su obra. En los trabajos de reportaje predomina un interés por la realidad social y las relaciones entre los individuos. Con el tiempo, el interés se ha centrado en la realidad del individuo mismo. Mientras las fotografías documentales en blanco y negro responden a una voluntad de concienciar a las personas de sus reacciones ante distintos aspectos de la realidad que les circunda, la serie que nos concierne, inspirada en el juego del tarot, profundiza en el interés por el “yo”, deslizándose por vertientes más íntimas y espirituales para proponer un análisis personal.
Su colaboración con publicaciones periódicas en los últimos años le ha permitido desarrollar su conocimiento técnico del medio y la ha familiarizado con el mundo de las revistas y papel cuché al tiempo que la ha desplazado quizás, en alguna medida, de sus inquietudes filosóficas. Fruto de esa relación profesional Yolanda Carrascosa desarrolla un sentido plástico más próximo a las formas de trabajar en las nuevas tecnologías y el cine actual. Con los almanaques, producidos recientemente, ya se percibe una forma de trabajar muy ecléctica, con unas composiciones que se ven afectadas por los recursos y las posibilidades que ofrecen los nuevos medios electrónicos. Aparece con ello un nuevo sentido práctico y profesional que permite que su trabajo no se encuentre relegado al dominio del reportaje de prensa, sino que estas nuevas composiciones cobran ahora plena vigencia en el ámbito de la imagen digital, tal como se está desarrollando a través de Internet, el videoarte y otras manifestaciones propias de nuestros tiempos. En este sentido se puede afirmar que la obra de Yolanda Carrascosa refleja, en la medida en que le corresponde, los cambios que suceden en la evolución histórica de la estética fotográfica. El proceso de cambio en la obra de esta fotógrafa cristaliza con una explosión cromática.
Mientras Yolanda Carrascosa despliega todo un abanico de posibilidades técnicas, tan amplio y fecundo que nos inclina a pensar en un ejercicio pródigo de conocimiento propio, de desarrollo de potencialidades, el discurso temático se mantiene aferrado a la voluntad de conocerse a sí misma, de penetrar en su propia naturaleza humana. En esta ocasión introduce la alegoría del misticismo pagano que supone el tarot. ¿Para qué otra cosa sirve el tarot sino para revelar los misterios de las personas? Se trata de un ejercicio por el que supuestamente se conoce el futuro, o aspectos del futuro, que concierne a cada cual. Más aún, constituye un instrumento que permite ir descifrando las claves de la personalidad propia de los sujetos. Lo importante es que el tarot juega una función concreta y constituye, ya sea en sentido figurado, un instrumento elemental para los individuos.
Desde sus inicios, Yolanda Carrascosa reconoce la influencia que ejerce sobre ella la obra de Wilhel Reich (1897 – 1957). En las fotografías documentales se identifica una actitud afín al pensador austriaco en la manera seria y directa de afrontar el tema. Se trata quizás, de la forma que emplea la fotógrafa para penetrar en el ámbito personal del sujeto. Reich habla de la construcción de una “armadura del carácter”; una coraza que surge del carácter represivo que suponen las normas sociales -es la sociedad la que está enferma y vicia o atrofia a los individuos- y que debe penetrarse para acceder a tratar al enfermo neurótico en orden a cambiar su carácter. Para ello, propone la potenciación del impulso sexual, incluso en el ámbito político. Este impulso sexual representará la esfera de lo irracional frente a la razón; el mundo interior del individuo frente a la sociedad. En ese mundo interior caben las relaciones ilógicas o las ideas que se rigen por una lógica propia y, por tanto, misteriosa.
La figura de Reich, perseguido políticamente e incomprendido científicamente, acusado de ser un pseudo-científico antes de morir en la cárcel, encarna en alguna medida el personaje romántico del artista o el poeta marginal e incomprendido. En realidad, gran parte de la psicología carece de una metodología rigurosamente científica. La teoría de Reich se desarrolla sobre una base esencialmente freudiana. Conviene señalar que existen referencias freudianas en este Tarot de Marsella, como por ejemplo, la figura de Edipo. Por otra parte, el carácter ecléctico y experimental de las actuales fotos de Carrascosa invita a pensar más en influencias lacanianas. Sin embargo, el pensamiento reichiano, sometido a revisión ya desde los últimos años del siglo XX, parece el más apropiado para encuadrar esta serie de fotografías sobre el tarot.
En la síntesis reichiana de la teoría orgónica se establece una analogía entre la energía biológica y la cósmica. Existe una fluidez oceánica entre las dos formas de energía que deriva en una identidad entre el hombre y el cosmos; en consecuencia, puede establecerse un cierto control sobre el universo que nos rodea. Se trata de la última y más controvertida fase de la obra de Reich. Sin embargo, es en esta idea donde se asienta el espíritu místico que subyace ahora en el trabajo de Yolanda Carrascosa. Establecida la analogía entre las fuerzas en el universo, queda justificada la validez de la baraja para penetrar en un conocimiento no empírico. Introduciendo en sus ambientes de aparente ingravidez unas alegorías donde predominan las formas orgánicas multicolor resalta la relación entre las distintas formas energéticas. Se conjuga así un misticismo de carácter técnico-biológico que, de alguna manera supone una revalidación contemporánea del aspecto místico-biológico de la teoría orgónica.
En el desarrollo de esta serie, Yolanda Carrascosa señala la importancia de la colaboración de Alain Dacheux. Se trata de un artista maduro que se ha mantenido alejado del mundo, absorto en su trabajo. Su obra, fundamentalmente dibujo con algo de collage, guarda un aire con el dibujo americano de los setenta; blanco y negro con ocasionales notas expresivas de color para construir espacios metafísicos de perspectivas arquitectónicas donde las figuras aparecen descolocadas, a una escala irreal, como personajes recortados e insertados, encolados en una escena que no les corresponde.
En las imágenes del tarot los paisajes metafísicos prescinden de la arquitectura para convertirse en oníricos espacios virtuales llenos de color y texturas tecno-orgánicas. Son espacios paradójicamente llenos y vacíos a la vez. Las figuras, que se presentan también con cierta desmesura de escala, adquieren la apariencia de estar flotando, un poco como el efecto de los personajes de Dacheux. Se trata de un recurso que permite por un lado evocar la idea del espacio infinito, propio de la dimensión espiritual y, por otra parte, al presentar los elementos de los arcanos sobre un fondo desprovisto de referencias de lugar o, en algunos casos ubicación, dicho fondo asume la función clásica de soporte para destacar el valor simbólico del arcano.
El dominio del color refuerza la imagen y procura a su vez, resaltar algunos matices de las propiedades y características de las cartas. Tanto por los sutiles matices como por los duros contrastes, el empleo del color y las texturas que permite el tratamiento infográfico contribuyen a ilustrar las peculiaridades de cada arcano en la atmósfera adecuada.
La revisión iconográfica que supone la presente serie de reinterpretación del Tarot de Marsella constituye una investigación entorno a la imagen y el símbolo en la contemporaneidad. Se trata de la actualización de una serie de valores simbólicos. Dichos símbolos han cumplido históricamente una función integradora del individuo en una cultura, contribuyendo a organizar su sistema de valores. Al revisar la estética del tarot, adecuamos el juego a los valores contemporáneos y esto, presumiblemente incrementaría su difusión y presunta utilidad. En el fondo es como si se revisara El sueño de una noche de verano de Shakespeare, para ponerla de nuevo en escena bajo el criterio estético y los parámetros técnicos del teatro contemporáneo.
La simbología tradicional del tarot se representa basada en valores arcaicos propios de una cultura mágico-mística de raíz pagana teñida de cristianismo laico. El proyecto de Yolanda Carrascosa propone unos parámetros estéticos que mantiene el valor simbólico tradicional de la carta (de tal manera que son reconocibles), pero sometida a una reinterpretación de carácter radicalmente subjetivo, intrínsecamente ligado a la experiencia personal. Aunque en general se respetan las escenas que corresponde a cada carta, aun cambiando radicalmente la escenografía, la impronta subjetiva permite que en un arrebato trasgresor, uno de los arcanos de mayor peso y autoridad se presente ahora decapitado. Para los que no conocemos bien el tarot, esta cualidad tan personal puede arrojar alguna confusión ocasional.
Cabe insistir, finalmente, en subrayar la gran fuerza y peso que adquiere la relación de analogía entre espacio virtual y espacio místico en la articulación del discurso de esta artista. En estas cartas el espíritu místico viene reforzado en virtud de su representación por medio de una imaginería de factura virtual. Todo se inscribe en un registro irreal. Los personajes y su simbología vienen representados deliberadamente despojados de sus referentes originales (en el momento de tomar la imagen). El fondo, a la vez lleno y vacío, se construye de forma virtual para evocar lo infinito y descubrirnos los caminos del espíritu. Es en el plano virtual donde mayor libertad de acción encuentra en estos momentos la plástica de Yolanda Carrascosa. Por la misma razón, es en la esfera de lo virtual donde mejor se registran las manifestaciones de carácter tan inasible y difícil de abordar como las fuerzas mágico-místicas.
Boye Llorens
Yolanda Carrascosa and the Virtual Tarot
The first photographs exhibited by Yolanda Carrascosa could be classified as documentary pictures; they were B&W photographs on not very cheerful aspects of real life – which are usually preferred to be avoided – and personal stories awkward to be narrated. However, Yolanda Carrascosa’s photographic view succeeded in passing on the tragedy she was portraying in a simple and serene way, without excessive harshness or morbid resources. Thus, she achieved a very efficient balance between the drama in the looks of her characters and the distanced and objective sense of her work as a photographer, cherished, I suppose, by a philanthropic interest to increase social awareness. Obviously, the challenge assumed by the author was to confront a problem.
The interest for what is human, in all its senses, in its entire real dimension, from the most despicable aspects to the ideal values, comes from her years of Philosophy study. In fact, her interest in Philosophy as a discipline that assumes and organizes other branches of human knowledge seems to be behind the development of all her work. In her documentary works it prevailed an interest for the social reality and the relationships between people. Over the years, her interest focused on the individual’s reality. While her black and white documentary photographs correspond to her willingness to raise people’s awareness of their reactions to different aspects around them, the series in this exhibit, inspired by the game of tarot, portrays the interest for the “I” in depth, and slips by her most intimate and spiritual aspects to propose a personal analysis.
Her collaboration with periodical publications during the last years has allowed her to develop her technical knowledge of the medium and has familiarized her with the world of periodicals and glossy magazines, which at the same time has moved her away, to some extent, from her philosophical concerns. As a result of that professional relationship, Yolanda Carrascosa has developed a plastic sense closer to the ways of working with new technologies and current film-making. With her calendars, recently produced, one already perceives a very eclectic way of working, with some compositions that are affected by the resources and the possibilities offered by the new digital media. Then, a new practical and professional sense appears, which allows that her work is not consigned to the area of press reports, but rather these new compositions are now fully valid in the field of digital image, just as videoart and other characteristic expressions of our times are developing through the Internet. In this sense, it can be confirmed that Yolanda Carrascosa’s work captures, to a certain extent, the changes that are taking place in the historical evolution of photographic aesthetics. The process of change in this photographer’s work jells with a chromatic explosion.
While Yolanda Carrascosa displays a whole range of technical possibilities, so wide and fruitful that leads us to think of a generous application of own knowledge and development of potentials, the thematic discourse remains clung to the will of knowing herself, of fathoming her own human nature. Now she introduces the allegory of the pagan mysticism of tarot. Why is then tarot useful but to reveal people’s mysteries? It is an exercise through which you can supposedly know your future, or aspects of the future that concern you. Even more, it is an instrument that allows to gradually work out the codes of the subjects’ characteristic personality. The important thing is that the tarot plays a specific role and it is, even in a figurative sense, an essential instrument for individuals.
From her early stages, Yolanda Carrascosa recognizes her influence of Wilhel Reich’s work (1897-1957). Her documentary photographs identify an attitude in common with the Austrian thinker in the serious and direct way of approaching the subject. Maybe, it is the way used by the photographer to penetrate in the individual’s personal framework. Reich deals with the construction of a “character’s armor”; a cuirass that arises from the repressive character of social norms – it is the society that is ill and corrupts or atrophies individuals – which should be delved into to access the neurotic patient in order to change his character. Therefore, she proposes the promotion of the sexual impulse, even in the political field. This sexual impulse will represent the sphere of what is irrational vs. the reason; the individual’s interior world confronted to society. In that interior world there is room for the illogical relationships or the ideas that are governed by a personal logic and, therefore, mysterious.
Reich, politically persecuted and scientifically misunderstood, and accused of being a pseudo-scientist before dying in jail, represents to some extent the artist’s romantic character or the marginal and misunderstood poet. In fact, a great deal of Psychology lacks a rigorously scientific methodology. Reich’s theory is developed on an essentially Freudian basis. It should be pointed out that there are Freudian references in this Tarot of Marseilles, such as for example the figure of Oedipus. On the other hand, the eclectic and experimental character of Carrascosa’s current photographs lead to think more of Lacan influences. However, Reichian thinking, subject to revision during the last years of the 20th century, seems the most appropriate to classify this series of photographs on the tarot.
The Reichian synthesis of the orgonic theory establishes an analogy between the biological and the cosmic energy. There is an oceanic flow between the two forms of energy that results in an identity between Man and cosmos; in consequence, a certain control on the universe around us can be established. This is the last and most controversial phase of Reich’s work. However, the mystic spirit that now underlies Yolanda Carrascosa’s work is based on this idea. Once established the analogy between the forces of the universe, the validity of the deck of cards to go through a non empirical knowledge is justified. By introducing in their atmospheres of apparent weightlessness some allegories where multicolored organic forms prevail, it emphasizes the relationship between the different forms of energy. Thus, it combines a mysticism of technical-biological character that somehow means a contemporary validation of the mystical-biological aspect of the orgonic theory.
In the development of this series, Yolanda Carrascosa points out the importance of Alain Dacheux’ collaboration: an experienced artist who has remained away from the world, absorbed in his work. His work, mainly drawing with some collage, resembles the American drawings of the 1970’s; black and white with occasional expressive notes of color to build metaphysical spaces of architectural perspectives where the figures appear disarranged, at an unreal scale, as cut and pasted characters, glued in a scene that does not correspond to them.
In the images of the tarot, the metaphysical landscapes disregard the architecture to become virtual oniric spaces full of color and technical and organic textures. They are paradoxically full and empty spaces at the same time. The figures, which are presented also with a certain exaggerated scale, seem to be floating, just like the effect of Dacheux’ characters. It is a resource that allows, on one hand, to evoke the idea of infinite space, typical of the spiritual dimension and, on the other hand, as it presents the elements of the arcanes on a background without references of place or, in some cases, location, this background assumes the classical function of support to highlight the symbolic value of the arcane.
The mastery of color strengthens the image and also emphasizes some nuances of the cards’ properties and characteristics. Due to subtle nuances as well as to the hard contrasts, the computer graphics’ use of color and textures contribute to illustrate the peculiarities of each arcane within an appropriate environment.
The iconographic review of this series of the Tarot of Marseilles version involves a research around the image and the symbol transferred to our times. It is the updating of a series of symbolic values. Historically, these symbols have fulfilled an individual’s integrative function in a culture, thus contributing to organize his system of values. When revising the aesthetics of the tarot, we adapt the game to contemporary values and this would most likely increase its diffusion and apparent usefulness. In fact, it is as if Shakespeare’s Mid Summer Night’s Dream were revised and played again under the aesthetic criterion and the technical parameters of contemporary drama.
The traditional symbology of the tarot is represented based on archaic values, characteristic of a magical and mystical culture with a pagan root of lay Christianity. Yolanda Carrascosa’s project puts forward some aesthetic parameters that maintain the traditional symbolic value of the cards (in such a way that they are recognizable), but subject to a radically subjective reinterpretation, intrinsically linked to personal experience. Although, in general, the scenes that correspond to each card are respected, though radically changing the scenery, the subjective imprint allows that in a transgressor fit, one of the most important arcanes is now represented without head. For those who do not know the tarot well, this personal quality can lead to some occasional confusion.
Finally, it is necessary to stress the great force and weight of the analogy relationship between virtual space and mystical space in the articulation of this artist’s discourse. In these cards, the mystic spirit is reinforced by virtue of its representation through a virtual imagery. Everything is included in an unreal register. The characters and their symbology are deliberately represented without their original referents (at the moment of taking the picture). The background, full and empty at the same time, is built in a virtual way to evoke the infinite and to discover the paths of the spirit. It is in the virtual domain where Yolanda Carrascosa’s work finds more freedom of expression now. Likewise, it is in the virtual sphere where what is incomprehensible and difficult to approach expressions such as the magical and mystical forces are best captured.
Boye Llorens